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El Instituto Mexicano de Tanatología, A.C.,es una asociación civil,no lucrativa, no gubernamental,ni religiosa, fundada en 1994. Se mantiene de donativos para promover el apoyo interdisciplinario de la persona que enfrenta alguna pérdida, especialmente la más grande e inevitable pérdida futura: su propia muerte. VISION Mantenerse como la institución de apoyo Tanatológico líder en Latinoamérica, gracias a un trato profesional, personalizado y humano que promueve el respeto a la dignidad de la persona humana que sufre. OBJETIVOS • Respetar la libertad y autonomía en el proceso de muerte y duelo. • Prestar un servicio profesional e interdisciplinario, eficaz y eficiente, considerando al ser humano integralmente “hasta despedirse”. • Formar profesionistas que comprendan las necesidades del enfermo terminal y de sus seres queridos. a toda persona. • Propiciar el respeto a la verdad en el equipo médico y los familiares al cuidado del enfermo, para contribuir a un trato humanizado a pesar de la corta expectativa de vida que puedan estar afrontando.

miércoles, 18 de enero de 2012

LAS PERDIDAS Y SU RETO

 
Lic. José Darío Navarrete Romero


El ser humano, es esencialmente,  "homo viator". Recorre la vida paso a paso, uno a la vez, forjando una existencia pletórica de eventos que impactan y forman la personalidad de cada uno de nosotros.

Así es como hacemos historia, nuestra historia, nuestro pasado va definiendo nuestro presente, que es solo un instante en el que podemos definirnos a través de nuestras elecciones con la esperanza de concretar un futuro pletórico de ilusiones, de ideales, de metas y realizaciones que dotan de sentido al presente en que somos.

La vida transcurre así, día a día, momento a momento, siendo y haciéndonos a nosotros mismos, en media de una cotidianidad que nos integra a su dinamismo y que, a la vez, se ve enriquecida por nuestra acción.

Nuestras decisiones, si bien son personales, se dan en una circunstancialidad determinada, responden a motivaciones, causas y requerimientos de situaciones concretas que delimitan el campo de acción de nuestro ser; la sociedad, la familia, el trabajo, la economía, la religión, la educación, el clima y el ambiente natural, entre otros, son factores que influyen en la realización personal.

Esta realidad humana en la que nos vamos erigiendo y construyendo nos constituye en verdaderos hacedores de nosotros mismos, por lo que somos responsables de nosotros, somos responsables de nuestra vida y de nuestra existencia. Solidarios de la realidad en que nos hacemos.

Teñimos y damos significado así a una de las caras de ese “prisma” que llamamos “realidad”. Otra cara de esta figura geométrica en la que somos, se nos presenta cuando la naturaleza y la vida misma desencadena una serie de hachos que impactan en nuestra existencia de forma irremediable, sobre los que no tenemos opción, nos rebasan y condicionan, nos presionan y nos limitan. Estos hechos nos producen una incisión en lo más profundo de nuestro ser.

Las pérdidas, forman parte de este prisma vital y se suman a nuestra experiencia existencial que nos forja humanos, están fuera de nuestro campo de opción, son inevitables, son irreversibles y provocan “dolor del alma”, es decir, sufrimiento.

La pérdida, ¡esa ausencia siempre presente a lo largo de nuestra vida! Se incorpora a nuestro ser, arrebatándonos el presente, alejándonos de nuestro pasado, borrando nuestra memoria e incapacitándonos para el futuro anhelado al lado del o de lo ausente...

Esta es una realidad que no podemos objetar, la pérdida nos “duele en el alma” porque:

  • Se ha perdido un ser precioso y preciado en sí mismo, al lado de quien nos construíamos, lo cual es indicativo de que se amaba lo perdido;
  • Nos hace falta, su ausencia nos obstaculiza continuar con nuestra vida, lo cual es indicativo de un apego a lo perdido. o bien,
  • La ausencia es tan básica y poderosa que nos imposibilita seguir viviendo, lo cual es indicativo de una relación de dependencia, y en el extremo, de una relación patológica con lo perdido.

La pérdida jalona el espíritu humano exigiéndole una respuesta y la asunción de una actitud frente al imperativo de la ausencia. ¡No tenemos que ser pasivos frente a la pérdida! Sufrientes inermes que son golpeados por el destino.
 
Frente a la pérdida podemos descubrirnos y forjarnos como:

  •   Sufriente, pasivo frente al “dolor del alma”, el paciente se entrega al destino, se vuelve muñeco del infortunio que lo avasalla, mangonea y enajena.
  •  Apoderamiento del sufrimiento, guiarlo, encausarlo, buscarle sentido, aprehender la pérdida, aprender a caminar en la ausencia de lo perdido, entronizarse
Tenemos la posibilidad de enseñorearnos frente al sufrimiento, orientarlo y encauzarlo, erigirnos humanos frente al duelo, es cierto que la pérdida es inevitable, cae sobre nosotros sin opción alguna, sin embargo, la actitud frente a la pérdida si depende de nosotros.  

Dejar de ser marionetas del destino es nuestra opción.

La vida y la existencia nos cuestionan a cada momento a través de las pérdidas a lo largo de nuestros días, una y otra vez nos cuestiona y nos hace dudar de nuestros principios, nuestra cosmovisión es fuertemente inquirido por la pérdida.

La pérdida nos obliga a romper nuestra rigidez de vida, nos exige flexibilidad, nos imprime fuerza para salir y nos actualiza la resiliencia que yace en el estrato espiritual de todo ser humano.

La pérdida obliga a nuestro ser  buscar y a encontrar nuevas formas de convivir con el ausente, a encontrarlo donde no solía ser ni estar, a hablarle, verle y oírle se manera diferente a la que estábamos acostumbrados a hacerlo.

No dejamos de amar, de querer, de sentir al ausente, es absurdo tratarlo en pasado, sino habrá que encontrarlo en un presente trascendente y metafísico que nos permita un nuevo estadio amoroso con quien hemos perdido.

La pérdida es un llamado a la autotrascendencia, al autodistanciamiento, a la flexibilidad de ser, a la asunción de valores de actitud y finalmente al sentido del humor. Tener la capacidad de vernos y concebirnos más allá de nosotros mismo, de dedicarnos a actividades que tengan valor y den valor a mi sufrimiento.

Tener humor y reír de nuestro “dolor del alma”, nos permitirá distender la presión negativa que ejerce la pérdida sobre nosotros, nos ofrece la oportunidad de levantarnos sobre nuestro tiempo, espacio y circunstancia para vislumbrar nuevos horizontes de vida, esperanza e ilusiones, que soporten nuestro paso co-creador de nuestra realidad. Nos erguimos así como hacedores de una naturaleza nueva: ¡somos esencialmente homo amans! A cargo de nuestra vida y responsables de nuestras acciones.

Extraído de Memorias del Simposio "Pérdidas inevitables a lo largo de la vida". México D.F., 25 de marzo, 2011.  Instituto Mexicano de Tanatologia A.C

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